Lo que pienso de los animales ya lo dije en el articulo
MIS MASCOTAS pero vuelvo al tema porque últimamente me e topado con muchos predicadores de la causa animal y e visto el fanatismo que fomentan y no me nace nada mas que una profunda desconfianza hacia ellos, pero no solo a los defensores de los animalitos sino que hacia todo tipo de predicadores, los de la revolución, los iluminados por las mas extrañas y foráneas sectas religiosas, a los gurus de modos de vida alternativos etc. Es fácil predicar la revolución (y lo digo por experiencia propia) cuando las cuentas las paga papito, pero cuando esto se acaba los mismos revolucionarios, ya egresados e instalados en sus trabajos, no tienen el menor reparo en despedir personal para aumentar las ganancias de la empresa, olvidando de un momento a otro sus discursos antisistema, cuando me topo con algún revolucionario de universidad se que en unos años mas harán precisamente lo contrario a lo que predican, y lo mas probable es que los que eligieron consecuencia siempre se estarán cuestionando si tanta energía invertida vale la pena si solo se consigue amargura y falta de sonrisa en la cara, para mi no tiene sentido querer cambiar el mundo si no tenemos interés ni tiempo para nuestros mas cercanos, ya con algunos años en el cuerpo se que la vida no son grandes discursos ni religiones ni complicados modos de vida, para mi la vida son la familia y los amigos, compartir hablar ser escuchado y apoyado, no estoy poniendo en duda la importancia de los ideales, pero lo realmente valioso es convertirlos en realidades ahí realmente son cuando brillan, admiro a las personas que sin parafernalia, sin llamar la atención actúan de forma ética simplemente porque es lo correcto, ahí es cuando los ideales relucen e iluminan.
Con referencia a todo esto rescate esta pequeña historia que me gustaría compartir:
Una vez un joven caminaba por una playa desierta justo antes del amanecer. A la distancia, vio un débil anciano. A medida que se aproximaba, vio que el viejo levantaba las estrellas de mar varadas en la playa y las arrojaba de vuelta al mar. El joven se asombró de que el viejo una y otra vez tirara las pequeñas estrellas de mar desde la arena al agua. Así que decidió preguntarle: -Señor, ¿por qué gasta tanta energía haciendo lo que parece ser una pérdida de tiempo? El viejo le explicó que las estrellas de mar varadas morirían si las dejaba sobre la arena cuando saliera el sol. -¡ Pero debe haber miles de playas y millones de estrellas de mar¡ -exclamó el joven-, ¿qué diferencia puede hacer usted? El viejo miró a la pequeña estrella de mar que tenía en su mano y la arrojo a la seguridad del agua, y le dijo: -¡Si que puedo hacerlo diferente para ésta¡.Dibujo: Almendra.
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estan muy buenas las reflexiones mario
ResponderEliminarsigue adelante kon esto
saludos desde VALPO
KARLOS