No están bien las cosas para los graffiteros nacionales, no estamos hablando ni de un sindicato ni de un colectivo, son personas dispersas en grupitos a lo sumo, y aunque ahora estén de moda los ahora llamado graffitis han existidos durante toda la historia de la humanidad y casi siempre han sido una actividad difusa y anónima.
Para reconstruir la prehistoria las únicas imágenes con que cuentan los eruditos son los rayados, marcas y figuras de las cavernas, toscas pero que hasta nuestros días nos logran transportar a esos tiempos.
Otros aficionados a los graffitis eran los romanos ellos escribían en los muros de las casas poemas, insultos, obscenidades, dibujos etc. Muchos de estos rallados (unos 10.000) son conservados hasta nuestros días en las ruinas de Pompeya, también en las oscuras mazmorras de la edad media se grabaron infinitas inscripciones dejando allí una huella de la añorada libertad.
Recién en los años 30 arqueólogos Peruanos y Americanos descubrieron que los trazados de 1 a 2 metros por hasta 20 de largo mirados desde el cielo representaban hermosos dibujos de pájaros, aves, planetas etc. Estos dibujos hasta nuestros días nos siguen asombrando y despertando fabulosas teorías.
También en Perú hace poco unos desdichados manchones azules con forma de serpientes hechos en una histórica piedra Inca, tubo a sus autores (dos estudiantes chilenos) cargando con toda una historia de agravios desencuentros entre Chilenos y Peruanos.
Entre tanto en Chile el diputado Jorge Burgos presenta un proyecto de ley para castigar con severidad a los graffiteros que quieren demasiado a sus sprays y que despliegan en nuestra ciudad una actividad no siempre bienvenida, habrá duras multas y en caso de reincidencia cárcel y trabajos forzados, para ser, como dicen unas maquilladas señoras, útiles a la sociedad.
Ya desde el año 68 teóricos del arte, estudiosos de la ciudad contemporánea, sociólogos y antropólogos coinciden en valorar el graffiti como una potente expresión de la vida urbana y social.
La moderna metrópolis es mas que un aséptico livin de barrio alto, es un territorio de encuentro, una suma de culturas donde cada cual debe encontrar su espacio. Una ciudad blanqueada por la autoridad seguramente luciría mas pulida, pero también menos viva, como paso cuando Pinochet tomo el poder en 1973 y uno de los primeros bandos que dispuso fue el blanqueamiento de los muros, como forma de neutralizar la vida ciudadana pero, ¿cómo se equilibra el derecho de los propietarios de casas y el difuso derecho de quienes quieren expresarse echando una rayita al aire?
Ese equilibrio debería darse naturalmente gracias a una política preocupada tanto de las personas comunes y corrientes como de los grandes conglomerados económicos, pero en la realidad solo las grandes empresas y grupos de poder tienen el derecho a desplegar sus imágenes y letras tapando arquitectura y parques, ensuciando y no mostrando el más mínimo respeto por el espacio en que miles de personas vivimos.
A ellos nadie los cuestiona ni encarcela siendo que nos agreden de forma más certera y engañosa con su imperceptible sugestión y subliminalidad, enfocada solo a vender o mantenernos controlados.
No se humaniza la ciudad al ver desde una micro un “negra te amo” rayado en un muro, no nos sorprende el signo de una tribu urbana o el homenaje a un amigo rayado a todo color en un muro olvidado.
Vivimos en un momento cultural híbrido, las diversas estéticas y estilos se mezclan y se superponen, por eso debemos tener cuidado con las purezas extremas las que vienen del poder que solo se identifica con una cara de la moneda que siempre es la de los poderosos, el derecho a la libertad es para todos tanto para el graffitero como para el propietario. Articular esos derechos a fin de que cada uno tenga lo suyo es nuestro desafío como ciudadanos…y mientras tanto seguiremos pintando hasta el cielo…..
Vivimos en un momento cultural híbrido, las diversas estéticas y estilos se mezclan y se superponen, por eso debemos tener cuidado con las purezas extremas las que vienen del poder que solo se identifica con una cara de la moneda que siempre es la de los poderosos, el derecho a la libertad es para todos tanto para el graffitero como para el propietario. Articular esos derechos a fin de que cada uno tenga lo suyo es nuestro desafío como ciudadanos…y mientras tanto seguiremos pintando hasta el cielo…..
Mientras la publicidad sin siquiera preguntarnos invade todos nuestros espacios de manera violenta, con el único fin de aumentar sus ventas crear falsas necesidades y aumentar nuestros miedos, el graffiti se transforma en la manera democrática de plasmar el arte en la calle, pero mientras a muchos les molesta el graffiti dejan que la publicidad se apodere de todo sin siquiera darse cuenta.
Mario Elias...
Mario Elias.... Estas avalando un delito.....
ResponderEliminarJAJAAAJAJA Saludos nos vemos y sigue asi...